sábado, 30 de marzo de 2019

51 (Un mar de lágrimas.)

El domingo por la mañana, para nosotros que salimos de fiesta el sábado noche porque aún no habíamos dormido nada, siquiera habíamos llegado a casa, sucedió algo que rompió con una parte de mi, te insulté, como otras veces, pero esta vez no iba a ser igual, tu reacción fue la misma, molestarte e irte, después de yo rechazar tu beso de despedida.
Y aunque todo parecía como otras veces, me sentía más rota que antes, no quería tratarte así, no debía tratarte así.
Me pasé todo el domingo en la cama llorando, creyendo que el que debía pedir perdón eras tu a mi, porque era yo quien se había molestado al final de la noche.
Me pasé todo el domingo pensando en cómo iba yo siempre detrás de ti, como siempre sufría yo los enfados.
Me pasé todo el domingo con la certeza de que tú no sentías nunca nada de dolor, y esto no te estaba afectando de la misma forma que a mi.
Me pasé todo el domingo llorando pero al final, toda la tristeza y el dolor que sentía lo relacioné con la resaca.
El lunes me desperté llorando, pero con la seguridad de que no te hablaría hasta que tú no lo hicieses, porque yo ya había sacado la bandera blanca y tu me habías contestado "Yo ya paso, no te voy a decir lo mismo de siempre"
El lunes, antes de dormirme, te hablé.
Empecé el martes corriendo, y a mitad de carrera me paré a mirar una fila de orugas mientras lloraba, tenía la certeza de que estaríamos por lo menos una semana sin saber nada el uno del otro.
Empecé el martes con el pie izquierdo, como el domingo, como el lunes, pero me decidí a ir también a clase, aunque solo quería quedarme en la cama.
Antes de decir lo que pasó justo cuando llegué a la parada del autobús para irme, creo en el destino, y que este no para de llevarme a ti. Y a ti a mi.
Empecé de verdad el martes cuando me escribiste que no aguantabas más sin verme, que lo habías intentado, y que si no me había ido a clase me fuese a estudiar contigo a tu casa.
Lloré todo el camino que hay de la parada de autobús a tu portal.
Intenté tranquilizarme subiendo las escaleras al tercer piso.
Lloré en cuanto me abrazaste.
Share: